sábado, 7 de diciembre de 2013

Hablar de nada


Hablar para decir algo de nada, parece una tarea imposible, pero eso no la hace desechable. Es como estar en una habitación cerrada, no obscura, cerrada, y tener la convicción de que en algún lado está la salida. Es una nada acotada, un descanso forzado en el camino, un no saber de donde se viene ni hacia dónde se va. Es un incómodo sinsentido. Pero es una nada que viene de la mano de un saber: de que un día las palabras se enlazarán con las cosas. Que entonces el mundo revivirá y volverá a ser reinventado infinitamente. Es una nada que no sabe si volverá a ser un mundo de amores o de dolores o sólo será otro mundo, diferente, sorprendente. Sólo sabe que será, cuando las palabras se hayan cansado de no encontrar la emoción. Cuando se olviden de no sentir. De no ser. Si las palabras no sienten no son palabras, son apenas esa nada que desborda.