domingo, 4 de mayo de 2014

Tú, eterno

Vivimos y morimos en nuestra mente y por nuestra mente. Acá estoy transportada en el tiempo volviendo a esos laberintos, a tus cabellos negros y tu espera en la puerta de entrada, aquella noche de frío intenso. Quisiera que estuvieras aquí. Tu cabeza recostada sobre la mesa mirándome, sin poder sostenerla de tanto amor. La mirada de los otros de marco angustiante a lo que sentíamos. Estaban allí pero desaparecían ante esa ola irrefrenable de algo inenarrable, que se trocaba en la música, la de tu voz, shine on you crazy diamond. No volverá ese tiempo, ni yo seré más, ni tú serás aquel; pero si te viera en la calle un día, mis piernas se aflojarían como cuando te vi aquella tarde doblar la esquina. Dedicaría a ti mi emoción silenciosa y pensaría que te pasa lo mismo. Nada borrará el recuerdo de aquel día de lluvia, cuando empapado viniste a buscarme. Si no fuera por ellos, grabados en los laberintos de mi mente, no viviría hoy, ni mi corazón tendría consuelo. Tu das el color a mi vida, la que fue, y no deja de ser presente en la intimidad de mis noches, cuando vuelves lejano a mi mirada; siempre allí de negro y esperándome. 


2 comentarios:

  1. Precioso canto a la esperanza, que de bien seguro volverá... eternamente.

    Vicent

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  2. Mientras mi mente esté lúcida, volverá seguramente. Gracias por tu visita Vicent

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