Martha Goldstein tocando en un piano Erard de 1851.
lunes, 11 de febrero de 2013
El pianista
Al no haber palabras que alcancen para decir tan sutil sentimiento, busco alrededor de su imagen, su
sonrisa, su gesto y en las cadencias melodiosas que estremecieron mi alma escondida en su secreto rincón. Y descubro que el hoy viene de mi ayer en tenues sensaciones. Aquel lejano instante, inmortal habitante silencioso, vuelve hoy en el pianista, en su rostro ingenuo, en su juventud inconciente, en sus manos, en sus
dedos que, veloces, acarician el teclado del viejo piano. Es él y aquel otro al mismo tiempo, sin saberlo él, sin esperarlo yo. Hasta parece que el tiempo circula en ciclos, por los mismos lugares, volviendo sin cesar a recuperar trazas de un tiempo perdido.
Nocturne Op. 9, n.º 2
Martha Goldstein tocando en un piano Erard de 1851.
Martha Goldstein tocando en un piano Erard de 1851.
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Sí.
ResponderEliminarQuizá no me creerás pero hemos vivido, vivimos y viviremos infinitas vidas, con infinitas personas a uno u otro lado del género, a uno u otro lado de la felicidad.
Yo recuerdo como tú lo dices cuando fui muerto en un campo de concentración nazi por mi condición de homosexual, y sí, yo a veces recuerdo como tú el tiempo en que vivimos ...
Un abrazo desde España para siempre.
Vicent
E infinitas veces con cada uno una, el eterno retorno masculino y la eternidad femenina.
ResponderEliminarVicent